Es probable que, en los comienzos de todo restaurante, sus dueños se hayan cuestionado sobre la propuesta única y especial de valor que ofrecerían a sus clientes para eliminar toda posibilidad de competencia en relación con su oferta gastronómica.
También es factible que, en el camino, hayan aprendido sobre la necesidad de allegarse de materia prima de calidad, es decir, de vegetales frescos y de carnes de primera selección que conserven su valor nutritivo cuando se cocinen y aseguren un producto final de gran calidad.
Asimismo, que hayan entendido que su menú debe configurarse de una manera sugerente, no sólo con creatividad e innovación, sino, además, con conocimiento y respeto tanto de las técnicas, como de la materia prima, para explotar al máximo su potencial.
Sin embargo, es el tiempo y los tropiezos, sin lugar a dudas, los que les han ayudado a ofrecer a los comensales una experiencia culinaria positiva que vincule los sabores y olores, con momentos, paisajes y geografías que abren el apetito y reconfiguran la manera en que se piensa en la comida.
Así es, un platillo básico puede transformarse en uno que influya positivamente en nuestra conciencia, emociones y pensamientos, y más allá de alimentar el cuerpo, lo haga con el alma. La fórmula para ello parece ser muy sencilla: preparar cada platillo con ilusión, entusiasmo y amor.
Dentro de la oferta gastronómica contenida en “Come lo que quieras”, hemos incluido diversos restaurantes que no sólo se ocupan de la satisfacción de sus clientes en cuanto a calidad, sabor y precio, sino además de brindarles momentos de gran felicidad.